Decía el Dr. Howard Hendricks, profesor del Seminario Teológico de Dallas, que el maestro que deja de tomar agua de la fuente no debiera permitírsele enseñar a otros, porque enseñará algo estancado y poco productivo. Estaba hablando de la necesidad continua de leer, estudiar y aprender que tiene el maestro.
Pienso que el maestro que está demasiado conforme con su trabajo actual no está motivado a aumentar su conocimiento. Para estos maestros conformistas el apóstol Pablo comparte su experiencia personal: “Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante…” Filipenses 3:13 (NVI). Si Pablo, con toda su preparación, dijo eso, cuanto más nosotros debemos dejar atrás lo viejo y buscar la manera de progresar. Pablo amaba la lectura; en una ocasión pidió que se le trajeran los libros y pergaminos que dejó en Troas (2 Timoteo 4:13).
El problema principal está en la vida acelerada que llevamos la mayoría de maestros. Estamos involucrados en tantas cosas que nuestro día ya no alcanza para leer una media hora, ni siquiera tomar una hora para reflexionar. Será bueno recordar el pasaje de Lucas 14:28-30, donde habla de la persona que, queriendo edificar una torre, se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla. El empezar la carrera de maestro es una excelente decisión, pero si luego de cinco o diez años caigo en la monotonía, mis alumnos van a sufrir conmigo, si no aparto tiempo para regenerarme intelectualmente.
En el libro “Ordering Your Private World” (Ordenando tu mundo privado) del pastor Gordon MacDonald, el autor admite que cuando era joven había acumulado una enorme cantidad de información pero no había llegado a ser un PENSADOR, un amante del aprendizaje. Aun en la Universidad estudiaba lo mínimo para pasar cada curso, sin saber que es importante estirar la mente hacia la excelencia.
Cuando MacDonald terminó la educación formal, descubrió que no había nadie para empujarlo hacia la excelencia, sólo él mismo. Aprendió que debía aceptar la responsabilidad para su propio crecimiento mental y dejar de ser mediocre y conformista. Por primera vez decidió aprender a pensar y aprender por su cuenta. Y decidió no estudiar para salir del paso, sino estudiar para el futuro, para crecer y madurar.
¿Qué tal nuestra mente? ¿Estamos dispuestos a estirar y condicionar nuestra mente para procesar la información y responder a los retos de nuestros tiempos? Dios ha puesto potencial en cada uno de nosotros y necesitamos aprovechar lo que nos dio y multiplicarlo para que sea útil.
Muchas personas nunca desarrollaron el hábito de la lectura y les es difícil sentarse todos los días para leer sistemáticamente, pero es vital, especialmente para un maestro. Dijo Gordon MacDonald, hablando de los pastores (maestros de la Palabra): “Es casi predecible que si un pastor está fracasando en su ministerio, será incapaz de nombrar un libro que ha leído en días recientes. Si no está leyendo, lo más probable es que no está creciendo. Y si no está creciendo, entonces rápidamente llega a ser inefectivo”.
El mismo MacDonald afirma que aparta una hora todos los días para leer, y lo pone en su agenda, de 6:00 a 7:00 de la mañana. A los maestros, ¿qué hora resultaría más conveniente para leer? Un problema serio es el hecho que muchos consideran la lectura como algo poco importante y por eso interrumpen a un lector descaradamente. Si en Latinoamérica vamos a superarnos, tenemos que motivar la lectura sistemática y respetar cuando vemos que alguien está leyendo.
Muchos maestros debido a la dinámica de su trabajo hablan mucho, y no hay problema con eso. El problema está cuando un maestro no escucha a los demás. Claro, el maestro debe conocer a sus alumnos y escuchar sus pensamientos, pero para una vida de aprendizaje es importante oír a quienes me pueden nutrir, quienes me pueden expander intelectualmente. El asistir a congresos y oír las conferencias y talleres es un excelente modo de aprender, especialmente si va acoplado al hábito de tomar notas.
Escuchar a los colegas es otro modo de aprender, ya que cada colega tiene experiencias diversas que me sirven de ideas. Para un máximo aprovechamiento, debemos aprender a hacer buenas preguntas para conseguir información valiosa, pidiendo al colega ampliar los detalles donde tengo problemas o mayor interés.
Todo maestro debe tener un mentor, alguien que le puede orientar porque tiene amplia trayectoria en el campo de la enseñanza. Cuando tenga un problema puede acercarse a su mentor para que le oriente, le ayude.
Es difícil escuchar a los que nos critican, es más, no nos gusta hacerlo. Quizás esa persona no acertó bien en mi debilidad, pero debemos aprender a buscar la semilla de verdad dentro de la crítica y tomar acciones para corregir esa debilidad. Doy gracias a Dios por los colegas que me advierten, me llaman la atención; me están haciendo un favor, aunque admito que duele cuando alguien pisa mi ego sensible.
No debemos menospreciar el estudio informal a través de la lectura, pero quiero retar a los maestros a considerar la posibilidad de volver al aula como alumnos, para el estudio formal de alguna carrera. Si el magisterio es su pasión, puede escoger estudiar en esa área. Si luego de muchos años en el magisterio decide cambiar a la administración escolar, puede estudiar esa carrera y así modificar su area de trabajo. Algunos maestros desearán cambiarse del nivel donde enseñan. Lo importante es tomar esas decisiones con sabiduría y prepararse para ese nuevo nivel de trabajo.
Algunas sugerencias prácticas para quienes vuelven a cursar estudios formales:
A manera de conclusión respondemos algunas preguntas importantes: