Suena el timbre dando por finalizada la hora del recreo. Los estudiantes lanzan una mirada a la puerta por donde aparecerá el profesor que enseñará la siguiente clase. (por Haroldo Urízar y Sheny de Salazar)
Suena el timbre dando por finalizada la hora del recreo. Los estudiantes lanzan una mirada a la puerta por donde aparecerá el profesor que enseñará la siguiente clase. Lentamente, como imágenes de película en cámara lenta, se observa una frenética carrera entre estudiantes y maestro buscando llegar primero a la clase. La escena termina con una hilarante carcajada al descubrir que el maestro ha ganado la carrera a sus estudiantes a riesgo de perder el aliento, pero con la satisfacción dibujada en el rostro. Esta clase siempre empieza con este matiz de alegría desbordante. Es la mejor clase del día… ¡es la clase de Biblia!
Así debería iniciar cualquier otra clase, pero principalmente esta. Cada vez que el maestro de Biblia entra en el aula debe trasmitir la convicción a sus estudiantes que «Hoy vamos a transformar nuestras vidas; hoy vamos a estudiar la Biblia, la Palabra de Dios». ¡Es emocionante saber que la Biblia fue inspirada y diseñada por nuestro Creador! Es más emocionante aún, conocer que al mismo tiempo fue hecha para nuestro bien. La Biblia es un instructivo invaluable, una excelente herramienta que debe ser utilizada dentro del plantel educativo porque tiene el poder de transformar vidas y comunidades completas. Por ello, es necesario darle la importancia que se merece.
Si usted dirige, coordina o enseña en una institución educativa en la que se imparte el contenido bíblico como literatura, notará que puede ser un manual fundamental para mejorar la calidad de vida del estudiante. Si los educadores lo comunican con eficiencia y pasión, obtendrán grandes resultados; pero es imperativo que el docente vaya más allá del simple hecho de comunicar información útil y le de la relevancia que merece. Si no lo hace a nivel personal, no podrá esperar que sus estudiantes lo hagan.
En nuestra labor como educadores especializados en el área de formación espiritual del estudiante, hemos observado que algunos establecimientos han decidido incluir la clase de Biblia como uno de los cursos en el horario de clases semanales. Algunos lo hacen porque en el nombre oficial de la institución aparece un título religioso o es un requisito obligado al ser catalogados como colegios o escuelas «cristianas». Otros con una mejor intención, esperan que esta clase efectúe algún cambio en la vida y actitud de los estudiantes así como en la comunidad educativa que les rodea. ¿Cuál debe ser la razón correcta para implementar la clase de Biblia en una institución cristiana?
Afirmamos que el contenido bíblico tiene todo el fundamento y autoridad para hacer cambios en la vida de las personas. ¡Lo creemos de todo corazón! Sin embargo, cuando la razón de establecerla es la incorrecta o no se ve como vital para la institución, la planificación será inadecuada y débil. La ejecución será insípida, entonces los estudiantes percibirán un mensaje distorsionado de la naturaleza original de las Escrituras, y del mensaje centrado en alguien extraordinariamente perfecto: Jesucristo.
Muchos establecimientos han apartado este tiempo especí co en su horario semanal de clases, además de los cursos asignados o requeridos por las instituciones gubernamentales que controlan el currículum de estudio.
Sin embargo, en un alarmante número de casos, este tiempo está planificado pobremente y sin estructuras firmes. Utilizan solo el mínimo de tiempo para desarrollar el contenido y no dan espacio para más. Generalmente apartan solamente un período de clase por semana, en el cual se hace difícil abarcar la totalidad de la riqueza del contenido que tiene la Palabra de Dios. Hemos observado que muchos estudiantes no desean solamente escuchar una clase; desean abrir el diálogo partiendo de la Biblia, ser escuchados, opinar, disentir algunas veces y en ese proceso, aclarar dudas. Este ejercicio educativo es difícil lograrlo con un tiempo limitado. Sin embargo, es responsabilidad del educador aprender a utilizar de forma creativa el tiempo que tiene para comunicar esta verdad maravillosa y transformadora.
Hemos encontrado instituciones en donde el maestro de otra materia académica también es el maestro responsable de impartir la clase de Biblia. ¡Es un reto lograr cumplir con esta
doble responsabilidad! pero lo aceptan y la cumplen haciendo maravillas con su tiempo y energía. En otros casos, es alguien de la iglesia que se ofrece de «voluntario» para impartir esta clase. Estas son prácticas comunes para optimizar el recurso humano, pero no son las ideales. Seamos cuidadosos al implementarlas y usarlas. Debemos evitar dar la impresión a los estudiantes que la clase de Biblia no tiene relevancia o es algo secundario.
Lo ideal es que el educador designado para enseñar la clase de Biblia sea una persona que haya respondido a un llamado; esta no es labor para desocupados. El docente que imparte la clase de Biblia deberá ser contratado específicamente para ello. Estas son algunas características que se debe tener:
Todo educador que sienta el llamado a enseñar debe prepararse adecuadamente. No puede aceptar este reto ligeramente sin estar capacitado y debidamente equipado. Institutos bíblicos, seminarios teológicos y otras entidades ofrecen esta preparación y proveen herramientas útiles para su llamado. El Señor Jesús nos enseñó que no podemos empezar nada sin preparación o sin planificación (Lucas 6:48).
La meta es que cada institución educativa pueda contar con maestros preparados en el área bíblica para establecer un programa de formación espiritual vibrante que tenga como fundamento, la clase de Biblia. De esta manera, tendrá contenidos que reflejen una planificación estructurada de acuerdo a todas las demás materias.
La Biblia es el libro principal para esta materia pero debemos encontrar recursos adicionales para hacerla amena e interesante. Muchas veces, los textos utilizados para enseñar otras materias son más atractivos y dinámicos que los materiales didácticos utilizados en la clase de Biblia. Debemos echar mano de recursos que existen para hacer de esta clase algo atractiva y amena. Es de suma importancia que los materiales paralelos que se utilicen durante el desarrollo de la clase, sean atractivos, utilicen nueva tecnología de fácil compresión y tengan relevancia para la vida diaria del estudiante.
Haroldo Urízar es director del departamento de educación cristiana en el Colegio Cristiano King David en la ciudad de Guatemala. Imparte cursos y capacita líderes en el Instituto de Especialidades Juveniles para varios países. Autor del libro Expedición Extrema de la serie curricular de Biblia publicada por ACSI.
B.Th. Sheny de Salazar es graduada del Seminario Teológico Centroamericano. Tiene más de 15 años de experiencia en docencia y consejería en colegios cristianos y en su congregación Centro Bíblico El Camino en la Ciudad de Guatemala. Es autora de los libros Talvez no es una opción y CHOICES de la serie curricular de Biblia secundaria publicada por ACSI.